martes, 4 de octubre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

"Cómo irse de putas un domingo" (2)

II.-Si eres funcionario de cultura y te puedes comprar un pasaje a Bali, entonces a lo Houellbecq.

Primero debes reconocerte un deprimido perdedor al que su trabajo le da flojera. No tener novia, ni amante y que tu padre al que nunca admiraste se muera y te deje una buena plata. Después debes pensar concienzudamente en qué gastarte los euros y ya está… irte de putas, pero con clase, tomar un avión a Tailandia y sentirte good man al dejarles sobre la mesilla dos de los grandes, ah, porque tú eres un asco, sí, pero del primer mundo.

Así que si eres partidario de Houellebecq, entonces, primero elabórate una reflexión sobre el turismo sexual y de cómo el hombre está hundido en la idea de tener sexo cueste lo que cueste pero no con quien se deje, sino con quien tú creas que está perdido y puedas rescatarlo. También sobre las relaciones humanas en el mundo posmoderno, las cuales no van más allá de contratos de compra venta, de mira qué guapa estoy-y yo te compro lo que quieras. Lo cual hace que los humanos tengamos buenos sueldos pero vidas de coladera y lo único que nos consuela sea pedir un mes de vacaciones, pasártela en los mejores burdeles de Tailandia con chicas espectaculares y contar lo que les haces con una prosa sin adornos y directa. Contar la historia como quien no quiere contarla, como si también eso te diera flojera, pero de una forma magistral, para que quien la lea, se encuentre con un mosaico de hombres deslucidos y sin ganas de vivir, con una política de estado resquebrajada, con el mundillo de negocios de la hostelería, el turismo sexual que cada vez se vuelve menos tabú y más prolífico y por qué no, una nueva forma de economía en el tercer mundo.

Así, es. Esta es mucho más difícil ¿verdad? Si no te alcanza todavía para el viaje a Tailandia, la tierra de la bendición, entonces por lo menos lee el libro de Michel Houellebecq, que sí que vale la pena.

Plataforma (2001)

“Es muy raro dar, en un salón de masajes, con una chica que tenga ganas de hacer el amor, eso es obvio. En cuanto llegamos a la habitación, Sin se arrodilló delante de mí, me bajó elpantalón y el slip y se metió mi sexo en la boca. Empecé a ponerme duro en el acto. Ella frunció los labios y sacó el glande a pequeños lengüetazos. Yo cerré los ojos, sentía vértigo, tenía la sensación de que me iba a correr en su boca. Ella se detuvo en seco, se desnudó sonriendo, dobló la ropa y la puso en una silla.

Massage later... —dijo mientras se tumbaba en la cama; luego separó los muslos.

Ya estaba dentro de ella, e iba y venía con fuerza, cuando me di cuenta de que había olvidado ponerme un preservativo. Según los informes de Médicos del Mundo, la tercera parte de las prostitutas tailandesas eran seropositivas. Sin embargo, no puedo decir que sintiera un escalofrío de terror; sólo me sentí ligeramente irritado. Estaba claro que las campañas de prevención contra el sida eran un completo fracaso.

Aun así, se me había puesto un poco floja.

Something wrong? —preguntó ella, inquieta, enderezándose sobre los codos.

Maybe... a condom —dije yo, incómodo.

No problem, no condom... I’m OK! —exclamó ella alegremente.

Me cogió los huevos en la palma de una mano, y me acarició la polla con la palma de la otra mano. Yo me tumbé de espaldas y me abandoné a la caricia. El movimiento de su palma se volvió más rápido, y sentí que la sangre me afluía otra vez al sexo. Al fin y al cabo, a lo mejor había controles médicos o algo así. Cuando la tuve dura ella se sentó sobre mí y se la hundió de golpe. Crucé las manos sobre sus riñones; me sentía invulnerable. Ella empezó a mover la pelvis con breves sacudidas, cada vez más excitada; yo separé los muslos para penetrarla más a fondo. El placer era intenso, casi embriagador; yo respiraba muy despacio para controlarme, me sentía reconciliado. Ella se tumbó sobre mí y frotó vivamente su pubis contra el mío, lanzando grititos de placer; yo subí las manos y le acaricié la nuca. Cuando llegó al orgasmo se quedó quieta, dejó escapar un largo jadeo y se derrumbó sobre mi pecho. Yo seguía dentro de ella, sentía las contracciones de su vagina. Ella tuvo otro orgasmo, una contracción muy profunda, que venía del interior. La abracé con fuerza, involuntariamente, y eyaculé con un grito. Ella se quedó quieta, con la cabeza en mi pecho, durante unos diez minutos; después se levantó y me propuso que nos diéramos una ducha. Me secó con mucha delicadeza, dándome golpecitos con la toalla, como se hace con los bebés. Me senté en el sofá y le ofrecí un cigarrillo.

We have time... —me dijo—. We have a little time.

Me enteré de que tenía treinta y dos años. No le gustaba su trabajo, pero su marido se había ido y la había dejado sola con dos hijos.

Bad man —dijo—. Thai men, bad men.

Le pregunté si había hecho amistad con algunas de las otras chicas. No mucho, contestó; la mayoría eran jóvenes y descerebradas, se gastaban todo lo que ganaban en ropa y perfumes. Ella no era así, era seria y metía su dinero en el banco. Dentro de unos años podría dejarlo y volver a vivir en su pueblo; sus padres ya eran mayores y necesitaban ayuda. Al despedirme, le di una propina de dos mil baths; era ridículo, demasiado. Ella cogió los billetes con incredulidad y me saludó varias veces, con las manos juntas a la altura del pecho.

You good man —dijo. Se puso la minifalda y las medias; le quedaban dos horas de trabajo antes del cierre. Me acompañó a la puerta y juntó las manos una vez más.

Take care —dijo—. Be happy. “


Literatura Erótica Parte II "Cómo irse de putas un domingo"(1)

Si lo que buscas es irte de putas un domingo, o cualquier día de la semana, o incluso las vacaciones, o por qué no y mejor, pasarte la vida de putas, entonces aquí tienes los consejos de Miller y Houellebecq, que se acomodarán a tus preferencias.

I.- Si no tienes un peso, entonces a la Miller.

Primero tendrías que ser un chico de esos que se creen escritor en ciernes, mendigo y maltrecho que buscando el sueño romántico se van a París y sufre los desvelos que provocan las trasnochadas en los bares de buena muerte. Maldiciendo a cada billete que les abona un amigo-mecenas pero gastándoselo con remordimiento de cura. Flaco y mal vestido, ícono del insomnio de los que ya encontraron la historia pero no cómo contarla, pobrecitos de suelas y metáforas, pero que ya verá usted cómo un día sí, aunque ahorita todavía no.

Si eres de estos, es decir, si te gusta a lo Miller, entonces la tienes difícil:

1.-Gástate el dinero que te manda tu esposa con una de esas chicas flacas de la calle de enfrente, o de atrás o de cualquier parte.

2.-Enamórate de la prosti, (escoge a la más fea y a la menos educada) ah, porque eres un romántico, no se te olvide. Pero no hay problema, a ella le gustarás y te invitará la cena. Interesa que no olvides ser un irresponsable, cree fielmente que lo inmediato es lo único que vale y embárrate de la filosofía nihilista que ha creado a tantos figurines con hilos en los brazos.

3.-Tienes qué decirte, con esa prosa que brilla por cachonda, pero especialmente lúcida y pulida de escritor consagrado que sabe lo que hace cuando escribe del París de entreguerras, de los sueños artísticos cuando aún era esa la ciudad que los acunaba y los hacía sentirse posibles; tienes qué decirte que valen la pena las putillas que tienen malvas y jardines entre las piernas, porque aún eres un hombre al cual el arte le importa como forma de vida.

Así es a la Henry Miller en Trópico de Cáncer (1934)

“Germaine era diferente. No había nada en su aspecto que me lo indicara . Nada que la distinguiese de las otras rameras que se reunían por las tardes y por las noches en el Café de l' Élé-phant. Como digo, era un día de primavera y los pocos francos que mi mujer había juntado a duras penas para girarme tintineaban en mi bolsillo. (…)No era de las que metían prisa, Germaine. Se sentó en el bidet a enjabonarse y estuvo hablando afablemente conmigo de esto y lo otro; le gustaban mis pantalones bombachos. Trés chic!, en su opinión. Lo habían sido en su tiempo, pero los fondillos ya estaban desgastados; felizmente, la chaqueta me cubría el culo. Después de ponerse de pie para secarse, mientras seguía hablándome con simpatía, dejó caer la toalla de repente y, avanzando hacia mí despacio, comenzó a restregarse la almeja cariñosamente, pasándole las manos suavemente, acariciándola, dándole palmaditas y palmaditas. Había algo en su elocuencia de aquel momento y en la forma como me metió aquella mata de rosas bajo la nariz que sigue siendo inolvidable; hablaba de ella como si fuese un objeto extraño que hubiera adquirido a alto precio, un objeto cuyo valor había aumentado con el tiempo y que ahora apreciaba como nada del mundo. Sus palabras le infundían una fragancia peculiar; ya no era simplemente su órgano privado, sino un tesoro, un tesoro mágico y poderoso, un don divino... y no lo era menos porque comerciara con ella día tras día a cambio de unas monedas. Al echarse en la cama, con las piernas bien abiertas, la apretó con las manos y la acarició un poco más, mientras murmuraba con su ronca y cascada voz que era buena y bonita, un tesoro, un pequeño tesoro. ¡Y vaya si era buena y bonita, esa almejita suya! Aquel domingo por la tarde, con su venenoso hálito de primavera en el aire, todo volvió a pitar. Cuando salíamos del hotel, la examiné de nuevo a la cruda luz del día y vi claramente lo puta que era: los dientes de oro, el geranio en el sombrero, los tacones desgastados, etcétera. Ni siquiera el hecho de que me hubiera sacado una cena y cigarrillos y un taxi me perturbó lo más mínimo. De hecho, di pie a ello. Me gustaba tanto, que, después de cenar, volvimos al hotel y echamos otro palo. «Por amor» aquella vez. Y de nuevo esa gran mata suya floreció e hizo otra magia de las suyas. Empezó a tener una existencia independiente... también para mí. Estaba Germaine y estaba aquella mata suya. Me gustaban por separado, y juntas también.”


domingo, 24 de julio de 2011

sábado, 2 de julio de 2011

Nabokov superstar

Hoy hace 34 años murió Vladimir Nabokov. El primer escritor del siglo XX que podría haberle dado un consejo o dos a Madonna y Lady Gaga sobre la fama.

jueves, 23 de junio de 2011

Joyce + Sarah records

Serie Literatura Erótica Parte I

Existen muchas maneras de llamarle a este ejercicio de intromisión, unas de ellas podrían ser: curiosidad, fanatismo, veneración. Pero, que el prologuista escriba: “Sea cual sea la conclusión que se saque de la lectura de la correspondencia, no se debe olvidar que estamos ante la privacía de un individuo del que se ha sacrificado aún su intimidad más profunda con la sola intención de que sea comprendido” ¿Qué? Por favor. No venga usted a disfrazar su morbo de excusa intelectual porque resulta barato.

Lo cierto es que Las Cartas de amor a Nora Barnacle, de James Joyce, merecen ser leídas por cualquiera que se precie de gustarle la literatura erótica (y no hablo de los cuentitos que edita Tusquetes o del libro que aún no termina de escribir Ruy Sánchez). Así que les dejo un fragmento y con esto inicia la serie de Literatura Erótica en Casa de Gansos.

2 de diciembre de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín

Querida mía, quizás debo comenzar pidiéndote perdón por la increíble carta que te escribí anoche. Mientras la escribía tu carta reposaba junto a mí, y mis ojos estaban fijos, como aún ahora lo están, en cierta palabra escrita en ella. Hay algo de obsceno y lascivo en el aspecto mismo de las cartas. También su sonido es como el acto mismo,

breve, brutal, irresistible y diabólico. Querida, no te ofendas por lo que escribo. Me agradeces el hermoso nombre que te di. ¡Si, querida, “mi hermosa flor silvestre de los setos” es un lindo nombre! ¡Mi flor azul oscuro, empapada por la lluvia! Como ves, tengo todavía algo de poeta. También te regalaré un hermoso libro: es el regalo del poeta para la mujer que ama. Pero, a su lado y dentro de este amor espiritual que siento por ti, hay también una bestia salvaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él, cada uno de sus actos y olores. Mi amor por ti me permite rogar al espíritu de la belleza eterna y a la ternura que se refleja en tus ojos o derribarte debajo de mí, sobre tus suaves senos, y tomarte por atrás, como un cerdo que monta a una puerca, glorificado en la sincera peste que asciende de tu trasero, glorificado en la descubierta vergüenza de tu vestido vuelto hacia arriba y en tus bragas blancas de muchacha y en la confusión de tus mejillas sonrosadas y tu cabello revuelto. Esto me permite estallar en lágrimas de piedad y amor por ti a causa del sonido de algún acorde o cadencia musical o acostarme con la cabeza en los pies, rabo con rabo, sintiendo tus dedos acariciar y cosquillear mis testículos o sentirte frotar tu trasero contra mí y tus labios ardientes chupar mi pija mientras mi cabeza se abre paso entre tus rollizos muslos y mis manos atraen la acojinada curva de tus nalgas y mi lengua lame vorazmente tu sexo rojo y espeso. He pensado en ti casi hasta el desfallecimiento al oír mi voz cantando o murmurando para tu alma la tristeza, la pasión y el misterio de la vida y al mismo tiempo he pensado en ti haciéndome gestos sucios con los labios y con la lengua, provocándome con ruidos y caricias obscenas y haciendo delante de mí el más sucio y vergonzoso acto del cuerpo. ¿Te acuerdas del día en que te alzaste la ropa y me dejaste acostarme debajo de ti para ver cómo lo hacías? Después quedaste avergonzada hasta para mirarme a los ojos. ¡Eres mía, querida, eres mía! Te amo. Todo lo que escribí arriba es sólo un momento o dos de brutal locura! La última gota de semen ha sido inyectada con dificultad en tu sexo antes que todo termine y mi verdadero amor hacia ti, el amor de mis versos, el amor de mis ojos, por tus extrañamente tentadores ojos llega soplando sobre mi alma como un viento de aromas. Mi pija está todavía tiesa, caliente y estremecida tras la última, brutal embestida que te ha dado cuando se oye levantarse un himno tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor, desde los oscuros claustros de mi corazón. Nora, mi fiel querida, mi pícara colegiala de ojos dulces, sé mi puta, mi amante, todo lo que quieras (¡mi pequeña pajera amante! ¡mi putita cogedora!) eres siempre mi hermosa flor silvestre de los setos, mi flor azul oscuro empapada por la lluvia.

JIM

domingo, 19 de junio de 2011

Para ustedes, fans de Radiohead; para nosotros, fans de The Smiths.

Arte y censura







Si es que el dios délfico del que habla Nietzsche en El Nacimiento de la Tragedia interpretara nuestro futuro artístico, no podría negar que está destinado al fracaso. Y no por causa de los artistas, aunque existan falsos críticos, demonios menores a quienes les gusta proferir falta de originalidad e incluso falta de creatividad y de imaginación. Pero no es así, lo que tiene puesto en tela de juicio al objeto artístico desde siempre y que lejos de haberlo superado se encuentra más arraigado en nuestra concepción del mundo, se llama “censura” y ella, se la debemos en muchas ocasiones a las autoridades.


La censura en sus múltiples acepciones se encuentra definida como “Nota, corrección o reprobación de algo” o “Murmuración, detracción”, y para terminar, detraer significa “infamar, denigrar la honra ajena en la conversación o por escrito”; sin embrago, en términos comunes no es otra cosa que la coerción ejercida por unos cuantos (o de uno, si es que ese uno es lo suficientemente poderoso) frente a la libertad de expresión de otro individuo.

Pensar que la censura forma parte del pasado es creer en fantasías. A pesar de los grandes logros en materia de tecnología y comunicación, de las especulaciones en torno a la bolsa, de la creación de las tourist cities y de las cuotas del segundo piso del periférico; lo cierto es que en materia de censura estamos estancados, lo cual resulta anacrónico, pero verídico. Un ejemplo contundente ocurrió durante la década pasada, en la ciudad de Moscú, pues se vivió uno de los actos más intransigentes y coercitivos con respecto al arte. La llamada colección “Arte prohibido-2006” fue retirada del Museo y Centro Social Sájarov. La exposición comunitaria cuyo responsable fuera el director del departamento de Tendencias Novísimas de la galería Estatal Tretiakóvskaya, Andréi Yeroféyev, fue blanco de acusaciones que llevaban el nombre de “sacrílego” e “inmoral”. Los artistas exponían obras que contraponían elementos religiosos a elementos consumistas.

“Cristo McDonalds”

Tanto el curador como el director del museo donde la exposición fue montada, se enfrentaron a un proceso judicial, del cual resultaron culpables del cargo de perpetrar actos destinados a instigar al odio interétnico y religiosos, y los obligaron a pagar multas superiores a los 150.000 euros.

Alarmante, sí, sobre todo después de “El desayuno en el campo” de Eduard Manét y de la “Fuente” de Duchamp, anacrónico, por supuesto, sobre todo después de los movimientos de Vanguardia y sin embargo, Rusia no es el único lugar donde se censura no al artista, sino al objeto, como si éste fuera capaz de eso que llamamos “intención”. Tal fue el caso de la obra “Dibujando con rosarios” de la artista brasileira Marcia X, sus pinturas se exponían en los distintos centros culturales del Banco de Brasil, de donde fue retirada según los directivos no por un acto de censura, sino por una "decisión corporativa". Vamos, qué es lo que tienen qué ver instituciones y corporativos, agencias especializadas e instituciones religiosas, jefes de estado y secretarios de la educación pública con un grupo de artistas que exponen, que en el sentido estricto de la palabra significa “presentar algo para que sea visto, ponerlo de manifiesto”. Eso es exponer, que si el arte tiene intención, sí, claro, y que si esa intención pone el dedo en la llaga de tus creencias religiosas, políticas y personales, sean cualesquiera que sean, apela a la tolerancia. Es válido no estar de acuerdo, es incluso hasta sano, discutir y enemistarse con ese alter que desaprueba mis conceptos, porque muchas veces de la discusión aflora la verdad, y si no aflora, por lo menos la apertura mental hace bien. Pero no es justo encarcelar artistas o cobrar multas sólo por el descontento que surge en las entrañas del otro (porque no creo que nazcan de la mente). Si bien el gobierno debe velar por el “bien común” y sacrificar las propuestas de unos pocos por el bienestar del pueblo y de las masas; eso jamás significa que el artista deba ser objeto de escarnio por grupos intolerantes a los cuales el gobierno les tema, o peor aún, que el gobierno mismo forme parte de ellos.

Comúnmente es sobre sexo y religión que surge el escándalo, la radio y la televisión pueden exponer lo que gusten, total, están bajo el cobijo de la bien llamada comunicación masiva, la internet también, y hasta nos gusta que los contenidos estén tan al alcance de la mano. Pero que no sea el arte, porque entonces se presupone que ya contiene en sí una carga gigante de anarquía y de revolución, la palabra arte para el gobierno y quizá más para el nuestro, es alarmante, porque al igual que el 80% de la población es ignorante y poco educado y creen que arte es sinónimo de gente que piensa (eso es cierto) y por lo tanto de problemas. En fin, esperemos que la SEP no despoje a los alumnos de quinto grado de los libros de corridos que se distribuyen en las bibliotecas de aula donde existen algunos acerca de El Chapo y del Señor de los cielos. Hombre, de cualquier forma en estos tiempos ya todos los niños quieres ser sicarios, y de eso, no tiene la culpa el arte.

lunes, 13 de junio de 2011

Gracias, Slim.

Gracias Carlos Slim, además de ser el hombre más rico del mundo en un país donde más del 20% de la población vive en la pobreza, has traído hasta nosotros un museo donde el mexicano se sentirá más cerca de esas raíces que nunca le han proporcionado una identidad. ¡Gracias!

www.soumaya.com.mx

Dos poemas de abril

True Love

In the middle of the night, when we get up
after making love, we look at each other in
complete friendship, we know so fully
what the other has been doing. Bound to each other
like mountaineers coming down from a mountain,
bound with the tie of the delivery-room,
we wander down the hall to the bathroom, I can
hardly walk, I hobble through the granular
shadowless air, I know where you are
with my eyes closed, we are bound to each other
with huge invisible threads, our sexes
muted, exhausted, crushed, the whole
body a sex—surely this
is the most blessed time of my life,
our children asleep in their beds, each fate
like a vein of abiding mineral
not discovered yet. I sit
on the toilet in the night, you are somewhere in the room,
I open the window and snow has fallen in a
steep drift, against the pane, I
look up, into it,
a wall of cold crystals, silent
and glistening, I quietly call to you
and you come and hold my hand and I say
I cannot see beyond it. I cannot see beyond it.
Sharon Olds

Amor de verdad

A media noche, cuando nos levantamos
después de hacer el amor, nos miramos el uno al otro
en completa amistad, sabemos con certeza
lo que el otro ha estado haciendo. Atados el uno al otro
como alpinistas bajando una montaña,
atados con el lazo de la progenitura
vamos a tientas del recibidor al baño, a penas puedo caminar,
cojeo a través del aire granular, sin sombra; sé en dónde
estás con los ojos cerrados, estamos unidos el uno al otro
con enormes cuerdas invisibles, nuestros sexos
mudos, agotados, aplastados,
todo el cuerpo un solo sexo – seguramente ésta
es la época “más bendita” de mi vida,
nuestros hijos durermen en sus camas, cada destino
como una veta de metal precioso
todavía por descubrir. Todavía de noche me siento
sobre el inodoro, tú estás en algún lugar de la habitación,
abro la ventana, ha caído la nieve y acumulado escarpadamente
contra el marco, me detengo a verla,
un muro de cristales helados, silenciosos
y brillantes, te llamo con un susurro
y vienes y tomas mi mano y digo
No puedo ver más allá. No puedo ver más allá.




Tornado at Night

They ran out in nightgowns to seek the protection
Of the overhang of the abandoned gas station,
And resembled the Erecthium's female columns.
The broken power lines flashed white
When they touched the wet ground,
And the girls' legs showed
As round shadows through their nightgowns.

I stayed in my apartment until the steps blew away.
My candle almost extinguished itself from sheer shaking.
A huge tree fell on my neighbor's car.
He was in it for safety.
Out he leaped from the unsquashed half
Making the voice of Donald Duck running from death.

I jumped from my balcony then,
And went walking in excess, shirtless,
Praising, opening my mouth, sleek the whips,
Shirtless, as when gods were men.

Stan Rice (1942-2002)



Tornado, de noche

Ellas corrieron en camisones a buscar refugio
Bajo el techo de la estación de gasolina abandonada,
Y parecían las columnas femeninas del Erecteion.
Los rotos cables de corriente resplandecían de blanco
Cuando tocaban el piso mojado,
Y las piernas de las niñas se veían
Como sombras redondas a través de sus camisones.

Me quedé en mi departamento hasta que las escaleras reventaron.
Mi vela casi extinta del puro temblor.
Un enorme árbol cayó sobre el auto de mi vecino
Él estaba ahí por seguridad.
Se arrastró hacia fuera de la mitad no aplastada
Haciendo la voz del Pato Donald huyendo de la muerte.

Salté de mi balcón en ese momento,
Y caminé soberbio, sin camisa,
Exultante, abriendo mi boca, elegantes los látigos,
Sin camisa, como cuando los hombres eran dioses.