martes, 9 de diciembre de 2014

Prometeo

Existió, una vez, un pueblo que guardaba el fuego.
Volubles y engreídos, los dioses confinaron al hombre a la oscuridad perpetua.

El héroe, el más humano que divino tuvo compasión, Prometeo robó la tea providencial y después de hacernos el regalo más preciado, se dedicó a ser devorado sin tiempo por un buitre mientras nosotros, desde ese día y para siempre, seremos los guardianes del ardor.

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